La pintura al horno está en estado polvoroso en el momento de la aplicación. Consiste en una mezcla homogénea de resinas, pigmentos y otras partículas finas de minerales. Se requiere de una máquina de pintura en polvo que mezcla la pintura con aire al cargarla de forma eléctrica. De esta forma, cada partícula de pintura es atraída a la superficie susceptible de ser pintada.
Una vez se ha concluido este procedimiento, las piezas se introducen en el horno. Por lo general, como mínimo el horno debe estar a una temperatura de 150 ºC. Con el calor la pintura al horno va endureciéndose progresivamente. Así, al acabar su ciclo, el acabado presente propiedades de alta resistencia y dureza.
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